viernes, 13 de octubre de 2017

La redención de un pueblo por el esfuerzo de un maestro nacional



En el bolso de la abuela Eusebia, guardado en un rincón del armario de casa de mi madre, se guardaban apretados los viejos papeles de ella y de su marido, Ángel García Benedito. Incluyendo un desconocido retrato del abuelo cuando era joven, de allá por el año 1897 debía de ser la foto...   Transcribo un artículo de El Magisterio Español que había guardado mi abuela, o mi abuelo, o mi abuela y mi abuelo, y luego mi tía, mi padre, mi madre, y ahora yo.

Mateos y Sánchez, José. (Profesor de la Escuela Normal de Huesca). "La redención de un pueblo por el esfuerzo de un maestro nacional." El Magisterio Español 7,084 (Madrid, 22 Nov. 1924): 399-400.

Páginas sociales

LA REDENCIÓN DE UN PUEBLO POR EL ESFUERZO DE UN MAESTRO NACIONAL

Conozco, desde hace muchos años, a un Maestro culto y modesto, que, en el corto espacio de tiempo que lleva regentando una Escuela rural, ha logrado la completa transformación moral y material de un pueblecito del Alto Aragón, llevando a feliz término una obra de incalculable valor social, pedagógico y patriótico.

Este Maestro joven y animoso, aunque lleva más de veinte años de buenos servicios a la patria, es D. Angel García Benedicto. Maestro nacional del pueblo de Escuer, en el partido de Jaca, habiendo antes desempeñado el mismo cargo, por oposición, en una villa importante de la provincia de Logroño, donde prestó largos y meritísimos servicios.

Es el señor García Benedicto un hombre que ha nacido para la acción, para el trabajo, fecundo y bienhechor. Posesionado de la Escuela nacional de Escuer en 1918, logra, en poco tiempo, aumentar la matrícula escolar, antes muy descuidada; favorece y estimula la asistencia de los niños a las clases, y logra vencer el egoísmo de los padres, que, en esta ocasión, coadyuvan a la obra educadora del Maestro.

Llegada la época de la clase nocturna, un crecido número de jóvenes del pueblo acude a matricularse, y grande fué su sorpresa al ver que las niñas y adolescentes, que pasaban de la edad escolar, se matriculaban también y realizaban, en unión de los jóvenes, una labor cultural muy aprovechable, repetida en todos los cursos sucesivos.

Años después se declara una epidemia de carácter grave: las fiebres tíficas invaden el pueblo; el número de enfermos aumenta sin cesar; no tienen médico, ni practicante, ni medicinas; nadie sabe qué hacer; hasta el virtuoso párroco cae gravemente enfermo; entonces surge el espíritu cristieno en la figura simpática del Maestro que cura, visita, estimula, alienta, conforta y libra de una muerte segura a buen número de enfermos.

Más adelante, deseando redimir al pueblo de la miseria fisiológica, funda un economato para las compras en común, y establece a continuacion, con la ayuda entusiasta de todos los vecinos, un Sindicato agrícola que proporciona a los labradores semillas, abonos e instrumentos de cultivo.

No termina aquí su acertada y feliz actuación. Por un movimiento de tierras operado en el pueblo, debido principalmente a la completa despoblación forestal y a las frecuentes avenidas de un torrente que arrastra, año tras año, las tierras más fértiles de la vega, el pueblecito de Escuer se agrieta, se desplaza; todos sus edificios—iglesia y Escuela entre ellos—amenazan hundirse, y el buen Maestro, con la cooperación del culto y bondadoso párroco D. Maximino Galindo, más otros decididos y animosos vecinos, acuerdan "trasladar el pueblo a otro sitio mejor, cerca de la carretera de Panticosa, y en un valle, cultivado en pequeña extensión, pero que será grande si el Estado inicia la implantación del servicio hidrológico forestal y ordena la corrección del torrente que inunda la vega".

Y el milagro empieza a operarse; el pueblo sin riquezas, sin auxilio de nadie, por su propio esfuerzo, organiza el tralado. Dos, cuatro, quince, ¡veinte!, casas se destruyen en la montaña para levantarse en la llanura, y ya están las dos terceras partes de los vecinos instalados en el nuevo lugar.

Pero ¿qué hace el maestro? Lleno de entusiasmo, y poseído de su misión, es el organizador de todas las obras. El encarga materiales de construcción y los distribuye; solicita muestras y recibe géneros, que va suministrando según las necesidades de cada uno, y con su actividad, competencia y celo, va realizando la maravilla de fundar un pueblo nuevo a seis kilómetros de donde el antiguo estaba emplazado.

Contar los desvelos, los afanes, las dificultades que el señor García benedito y sus colaboradores han tenido y tienen en esta empresa es algo difícil; pero él guía, aconseja, instruye, anima, y su obra está próxima a verse coronada por el éxito más completo y definitivo.

Recientemente ha visitado este pueblo el culto Inspector jee de la provincia D. Luis de Francisco, y ha podido apreciar la labor sin precedentes que, en el campo social y pedagógico, realiza el profesor D. Angel García; hasta mí han llegado rumores de un informe favorabilísimo, como era de esperar; pero yo que conozco a este Maestro inteligente, honrado y patriota, deseo exponer, para que el Poder público la conozca, la gestión brillantísima de este funcionario ejemplar, y formulo al representante de ese Poder, en la provincia de Huesca, el dignísimo señor gobernador civil, D. Emilio Amor, entusiasta propulsor de todas las nobles actuaciones, el ruego de que sea enaltecido con una recompensa extraordinaria quien, como el señor García Benedicto, ha servido a la patria, excediéndose en el cumplimiento del deber, realizando calladamente una obra gigantesca de esfuerzo, de sacrificio y de honrada labor ciudadana.


JOSE MATEOS Y SANCHEZ
Profesor de la Escuela Normal de Huesca




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