miércoles, 12 de abril de 2017

Retropost #1559 (12 de abril de 2007): Tecnologías de manipulación del tiempo



Cuando tenemos un rato libre, o nada que decir, podemos hablar del tiempo. Además llueve. A ver si decimos del tiempo algo que nadie haya dicho nunca: difícil, pero. Podemos tomar como punto de referencia (así me ha venido a la cabeza) estas minirrecopilaciones de artículos de biología sobre la representación temporal en The Loom ("Animal Time Travelers") y The Neurocritic ("Mental Time Travel"). Pasamos allí desde la percepción temporal de los pájaros, pasando por la de las ratas y la de los primates, hasta el tiempo complejo y variado de los hombres. Aunque dentro de estos, se da todo tipo de experiencia temporal acumulada en la evolución, desde el tiempo mínimo de la organización de las sensaciones presentes hasta el tiempo largo y complejo de un historiador o de un primate of the Church.

Si nuestro tiempo es complejo, es porque nuestra realidad es más compleja e inclusiva que la de los animales (—las plantas no creo que tengan tiempo para sí); y si nuestra realidad es más compleja es porque nuestro cerebro es más complejo, y viceversa. El cerebro (cuando no es una gelatina fría, o unos sesicos fritos) es un extraordinario generador de representaciones; una fábrica de realidades (a este cartesiano nivel de generalidad tanto da, realidad o representación). Entre ellas, genera distintos tipos de realidades o representaciones  temporales. El tiempo no está allí afuera, previo a la experiencia, o no lo está en un sentido en el que podamos hablar mucho de él. El tiempo tal como lo conocemos es una compleja relación entre representaciones generada y orquestada por el cerebro. O más bien toda una colección de esos sistemas complejos, pues como hemos visto, el tiempo del arrendajo no es el mismo que el del babuino o que el del humano. No viven en el mismo medio ambiente temporal que nosotros, pues no tienen nuestra capacidad de articular experiencias complejas (aunque estos estudios parecen señalar que va a haber que afinar mucho entre las capacidades propias de cada especie, pues mal se puede creer que los animales viven en un presente continuo indiferenciado). Los animales construyen representaciones de complejidad variable según sus capacidades, necesidades e intereses alimentarios, reproductivos, sociales sin duda... Aunque no se pueden comparar en complejidad a las experiencias temporales humanas.

Quizá los animales que viven más cerca del presente inmediato se acerquen más a la "realidad" del tiempo en un cierto sentido, en el sentido de que el transcurrir presente tiene una sustancialidad real que no tienen el pasado y el futuro—puros juegos de representaciones, éstos. En cualquier caso, lo que entendemos los humanos por "presente" poco tiene que ver con la experiencia del presente de los animales; nuestro presente es multidimensional y complejo también, pues muchos de sus aspectos están estructurados en relación al pasado y al futuro; nuestro presente está hecho con estos otros ingredientes menos sólidos. Y también con una variedad de aspectos verbales: el iterativo, el durativo, el repetitivo, el incoativo... A lo que voy es que nuestro tiempo no está meramente organizado como experiencias de un cerebro complejo, y de circuitos cerebrales especializados en la elaboración de la experiencia y la estructuración de la memoria, sino que está además estructurado por una serie de tecnologías complejas de manipulación temporal—empezando por el lenguaje.

La narración es una de esas herramientas o tecnologías de manipulación temporal: no es sólo un acto lingüístico (aunque algo tiene de eso a veces) sino una plataforma multimedia, una interfaz semiótica de manipulación temporal de lenguaje y representaciones de acciones (recuerdos). He ahí, en esta naturaleza mediadora y multimedia, una de las bases originarias de la división narratológica entre historia y discurso, o entre acción (nivel no verbal) y texto narrativo (nivel verbal), con distintas variaciones en distintas teorías narratológicas. He ahí también por qué tantos aspectos de la narración escapan a quienes estudian este fenómeno desde un punto de vista excesivamente disciplinar, ya partan de la literatura, del cine, o de la lingüística.

La narración se apoya, originariamente, en los rituales de interacción social esperados y esperables (estructuras no verbales de la acción), y por otra en la representación lingüística. Voz y gesto, también en el origen de la narración, como en el origen del lenguaje, son elementos originarios y también en permanente reestructuración mutua, en interacción continuada y complejificada a lo largo de su desarrollo histórico.

Otras tecnologías narrativas se han sumado al lenguaje, con el desarrollo cultural que ha permitido la elaboración de narraciones en imágenes. Las primeras tal vez puedan encontrarse en las paredes de las cavernas, en interacción con el ritual y la palabra, pero apenas podemos intuir allí su dimensión narrativa. No es que sea precisa una secuencia de imágenes para crear una narración en imágenes, pues muchas narraciones tempranas (y tardías) recurren a la síntesis iconográfica de distintos momentos significados en una sola imagen significante. Ahora bien, el desarrollo de la tecnología de la imagen pasa por la elaboración de complejas secuencias representacionales, y, en el caso del cine, por el ajuste preperceptual y mecanizado entre la acción representada y el texto de la representación. La experiencia del cine enfatiza el carácter narrativo de nuestra experiencia vital, nos hace más conscientes de la multidimensionalidad y manipulabilidad del tiempo.

El cine es, por supuesto, una de nuestras más elaboradas máquinas del tiempo. (Aunque le están vedados muchos matices propios de la estructuración de la narrativa escrita...). Más allá de la tecnología de película química, bobinas, focos y carretes, está la tecnología de la estructuración narrativa—la ligazón entre narración, punto de vista, experiencia presente, flashback, tensión argumental...donde tantos elementos tiene en común el cine con la narración literaria. Más que en un nuevo modelo de objetivo, o una nueva técnica de generación de imagen, es en una nueva figura semiótica o narrativa donde hay que buscar un desarrollo de la tecnología de manipulación temporal. Mediante una alusión intertextual, mediante un uso de imágenes dentro de imágenes...  se engarzan entre sí experiencias temporales (acumuladas en esas imágenes previas, tiempo sedimentado que se usa como ingrediente en la nueva imagen) y se crean nuevas experiencias de percepción  y representación temporal, antes inexistentes. O raras, o poco subrayadas. Porque no hay una frontera clara entre lo inexistente, lo mal percibido o deficientemente articulado, y lo poco difundido (por ser marginal o estar en fase experimental). El cine educa al ojo y al cerebro a ver cosas que antes no se veían, y a establecer relaciones temporales que antes no se establecían—vale tanto como decir, a vivir en un tiempo que no existía antes del cine. En esto, como en todo, miramos desde hombros de gigantes.

Y lo mismo sucede con cualquier tecnología de manipulación narrativa, de imágenes o lenguaje. Un libro es el lenguaje de los muertos que quiere perdurar; la escritura tiene algo de fúnebre. Pero gracias a ella sigue viva, o existe siquiera, la historia pasada. La historia, lejos de tener la sustancia depositada casi en estratos sólidos que le atribuimos a veces, es un puro juego comunicativo, complejo eso sí, un gigantesco sistema de disciplinas que regulan la representación del tiempo, sus imágenes, textos, valoraciones... un artefacto semiótico-narrativo para experiencias temporales complejas.

Y cada vez más complejas, a medida que se desarrollan nuevas modalidades, nuevas tecnologías, nuevos usos y protocolos de representación y estructuración temporal. Antes, por ejemplo, podíamos tener nostalgia por el pasado sólo; ahora podemos sentir también nostalgia por el futuro. El futuro (no realizado) del pasado, o el pasado del futuro todavía futuro para nosotros; el efecto directo, o la distorsión retrospectiva (hindsight bias)... son otras tantas experiencias de temporalidad compleja desarrolladas mediante la manipulación semiótica práctica, y la elaboración teórica que la acompaña.

Últimamente vivimos un frenesí tecnológico de tratamiento de la imagen y la palabra, y por tanto vivimos en un tiempo descolocado, múltiple, disperso y un tanto impredecible, time out of joint. El teléfono (móvil), pongamos: transforma nuestro uso del lenguaje y la presencia, por tanto también nuestra manera de vivir el tiempo. O también aquí, en esta cosa misma que llamamos blog, se ha transformado la relación entre el tiempo y el lenguaje, gracias a la herramienta física; y queda ese nuevo horizonte de posibles experiencias esperando nuevas herramientas conceptuales que lleven esa iniciativa más lejos, y nos hagan vivir en un tiempo más complejo. ¿Cuándo ha estado una conversación abierta de esta manera durante años? No así, y no tanto como ahora. El tiempo global, colectivo, ya no sólo el de unos pocos, se va haciendo más complejo con las tecnologías de manipulación temporal.


Blogs como literatura 

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